Suicidio juvenil: cuando la vida no basta


¿Qué orilla a los adolescentes a pensar en quitarse la vida?


La asfixia que suelen sentir, puede ser literalmente, mortal. Ubicados justo entre la infancia recién extraviada y la abrumadora llegada de la adultez, los jóvenes se paralizan. Porque, en efecto, crecer es doloroso, y más cuando las exigencias del exterior les impiden aceptarse tal como son. Sin la fuerza necesaria, se sienten poco preparados para hacer frente a cualquier reto... pero siempre hay tiempo de reencontrarse con ellos  mismos en el camino.

Encarar la realidad

Construir una identidad propia, adecuarse a los cánones de belleza cuando el cuerpo está en constante cambio, conseguir pareja, elegir precesión... Para muchos, esos requisitos a veces tan estrictos los orillan a ver este acto fatal como una solución. Quienes intentan morir suelen tener un sentimiento de frustración, una necesidad insatisfecha y una angustia absorbente. "Yo no soy inteligente", "odio mi cuerpo", "mi familia no me quiere", "nadie se enamora de mi", son algunas de las ideas que invaden la mente de estos jóvenes, quienes idealizan la muerte pensando erróneamente que es la única salida.

Lazos que sostienen

En ocasiones, los padres suelen confundir el estado de ánimo de los jóvenes con "cosas de la edad". Sin embargo los adolescentes suelen mandar señales no verbales: no comen, se aíslan, no salen a divertirse con sus amigos. En esto los mayores piensan que utilizan estas actitudes para manipular a los demás. Por lo que antes de pensar que se trata únicamente de un chantaje, es conveniente retomar la comunicación con ellos, cuestionar qué está pasando por su mente.

Buscar aliados

¿Cómo puede un joven darle un significado a su vida en la sociedad actual? Los modelos que la cultura y los medios imponen, los cuerpos perfectos, a exigencia de mantener un estatus económico elevado... Un sin fin de estereotipos lo orillan  a olvidarse de cultivar su interior y lo privan de poder aprender que su existencia tiene sentido a pesar de no seguir o no adaptarse a roles y prejuicios que el entorno exige.
La escuela desempeña un papel fundamental para poder superar esta crisis. Los maestros tienen que estar alertas de los cambios en la conducta de los alumnos. Para ello, deben crearse redes de apoyo sólidas y sensibilizarse a sus necesidades. Promover el deporte y la cultura  como herramientas de crecimiento y de conocimiento personal en una vía conveniente para fortalecer la autoestima de los jóvenes. 

Hallar fuerzas en sí mismo

Más que desaparecer de este mundo, ellos necesitan afecto. Una caricia, un saludo... cada detalle fortalece su seguridad y los impulsa a superar este trance doloroso. Con el tiempo y en algunos casos con la ayuda de un especialista, el joven podrá comprender que no existe razón suficiente para descuidarse o dañarse. El problema esta en que los adolescentes no están preparados para que las cosas resulten mal. Es muy importante entonces, señalarles desde una edad temprana a superar la frustración y potenciar los aspectos positivos.
Los jóvenes necesitan saber que, por más cambios que su cuerpo sufra, por más dificultades que enfrenten para adaptarse a su medio, siempre hay alguien que sí cree en ellos. Quizá entonces las razones que tienen para quitase la vida se conviertan en desafíos que los motiven a renacer de la oscuridad en la que creen estar.

Lic. Sandra Garcia

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